viernes, 18 de mayo de 2018

Tenemos mitos y creencias

Es verdad que muchos seres humanos padecen la enfermedad de la credulidad y afirman que arrojar sal es de mala suerte o romper un espejo lo es o que un mosco que caiga en nuestro ojo se saldrá si escupimos tres veces o que mientras estemos haciendo la señal de los cuernos no pueden aojarnos, incluso que la luna afecta el comportamiento humano o que existe un dios, santos, ángeles y demonios. Los niños creen a pies juntillas todo lo que los padres les dicen y vuelven a repetirlo hasta que una verdad que no tiene bases científicas o que en su defecto es difícil demostrar, se convierte en un hecho cierto y real para la comunidad donde se divulga. La base de todos estos mitos, la podemos hallar en el modo mismo en que nos convertimos en una especie única, la capacidad de inventar relatos y la necesidad de crear lazos afectivos, es decir, la interacción social. Ponga por caso las personas que creen que un equipo es mejor que otro y entérese de que al saber que comparten la nacionalidad o el patronímico o el nombre apenas, ya eso constituye una casualidad y un hecho de felicidad y celebración. Otros, para ser aceptados por determinado grupo, aceptan lo que aquel grupo acepta como cierto. Mírense comunidades religiosas, vestimentas, estilos musicales, harlistas... No debe olvidarse que estos mismos procesos sociales fueron los que nos permitieron vivir en sociedades extremadamente grandes, las creencias y la fe en los mitos que inventábamos nos permitía confiar y crear lazos con aquellos que tenían o aceptaban nuestras mismas creencias.

Puntadas:
a. El mito no nace por la necesidad de una explicación, sino por la necesidad de una interacción que crea el mito: ¿Usted no sabe que bañarse mucho es malo? y ¿eso porqué? Porque las sales en el cuerpo se pierden y las producen los poros para protegernos del ambiente. Hubo gente que creyó esto por siglos.
b. Creer en algo como la sal derramada, tiene un origen de cuento o de tratado de paganismo. La sal era muy escasa, decir aquello era una manera de evitar que alguien la regase. Luego tal hecho, se arraiga en una población y hacen tratados sobre ello que inundan el mundo, cuando adquirir sal, ya es algo simple y barato.
c. No es de extrañar que nos encante promover falsos sucesos. Si observan a un niño hablando, sabe hacer de todo y hace de todo, le llamamos imaginación fértil y es uno de los caldos de cultivo para el mito.
d. La veracidad de un mito a veces no requiere comprobación más que la que mostró el azar, o porque le ocurrió a alguien que le contó a otro alguien: Josefa se mojó acalorada y se murió, no indica que bañarse acalorado es malo, sino unas condiciones en el individuo que le llevaron a que ese baño acalorada la mataran. De ahí el mito de que mojarse en un aguacero da como resultado gripa. Lo cual, si tuviera una verdad estadística, tal plaga no abandonaría a la pobre humanidad.
e. Otra razón por la que el mito subsiste es la ignorancia general de los cálculos estadísticos que gobiernan la ocurrencia de un suceso.
f. Rematar esta placa con la historia del gato del gurú que amarraba su gato negro para que no lo molestara mientras predicaba. Cuando el gurú murió se siguió amarrando el gato y a la muerte del gato, se consiguió otro igual porque ya se hacían tratados de lo importante que es tener un gato negro amarrado mientras el gurú predica.

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