domingo, 15 de julio de 2018

Olemos

Sin duda algo huele, bien o mal pero huele y esa capacidad ancestral en el ser vivo, aunque en el humano promedio es más bien mala si exceptuamos a Grenouille, nos ha sido bastante útil para reconocer peligros o gente cercana -el olor del fuego o el aroma del infante-. El olfato se compone de unos cilios y dos bulbos olfatorios, cuando las moléculas de olor llegan a las moléculas receptoras, éstas se unen a las moléculas de las sustancias olorosas que llegan inhaladas. A continuación suben hasta el bulbo olfativo, uniéndose a él a través de los llamados glomérulos, que son los que nos ayudarán a identificar los olores. Existen unos 10.000 en cada uno de los dos bulbos olfatorios, y serán los que envíen la “señal” al cerebro. La parte de éste que lo recibe, es también la que maneja las emociones y los recuerdos, y es por ello que cuando olemos algo, decimos que nos resulta familiar. Aunque percibimos unos de 2000 a 4000 olores diferentes todos están basados en los siete básicos que son: alcanforado, almizclado floral, mentolado, etéreo, acre y pútrido. Un par craneal está dedicado al olfato, el llamado nervio olfatorio.

Oleadas:
a. El olfato es una especie de banco de datos, a partir de haberlo estandarizado, se huele y se compara. Huele como a...
b. El olor ingresa por la nariz y va a unos cilios que lo llevan a los bulbos olfatorios y a los glomérulos donde son comparados en la base de datos.
c. La pérdida del olfato, temporal, crónica o parcialmente, se llama anosmia.
d. El olfato trabaja en conjunción con el gusto para la detección, eso explica porque cuando tenemos anosmia, decimos no sentir el sabor de las comidas.

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